Caso

El Platanal

Datos Principales

  • UBICACIÓN: Agustín Codazzi, Cesar
  • TIPO DE COMUNIDAD:Campesina
  • NÚMERO DE HECTÁREAS: 13 mil hectáreas
  • NÚMERO DE PREDIOS:
  • NEGOCIO: Petrolera

A finales de los años setenta, cuando terminó la bonanza algodonera en el Cesar, decenas de familias campesinas se tomaron varios predios del centro del departamento, con la esperanza de que el Instituto Colombiano de Reforma Rural (Incora) les titulará esas propiedades. Una de esas fincas era El Platanal, un baldío que había sido recuperado en 1967.

Los campesinos no solo comenzaron a cultivar la tierra, sino que se fortalecieron como comunidad y crearon una junta de acción comunal. En 1985, finalmente, el Incora les entregó los títulos a las familias, cada uno de aproximadamente 22 hectáreas. Pero no pasaron muchos años para que los parceleros terminaran en medio del conflicto armado.

La guerrilla del Eln ya había llegado a la zona y durante los últimos años de los ochenta, llegó el Frente 41 de las Farc, que intentó imponerse a la fuerza en las decisiones de las juntas de acción comunal de la zona. Todo esto se dio en medio del Paro del Nororiente, una enorme manifestación pública de protesta, concentrada principalmente en Valledupar, por las duras condiciones que vivían los campesinos de la región.

La protesta exacerbó el estigma que sufrían los campesinos. Desde los setenta, habían sido señalados y violentados por la fuerza pública, que los acusaba de pertenecer o tener vínculos con la guerrilla. Luego del Paro del Nororiente, varios líderes agrarios fueron asesinados, mientras que las Farc aumentaron los secuestros y los ganaderos crearon sus propios grupos armados.

Toda esta situación de violencia le sirvió a los paramilitares de la casa Castaño, que llegaron con Salvatore Mancuso en 1996 a reunirse con ganaderos y empresarios. Las llamadas ‘autodefensas’ locales se fundieron con las que llegaban de Urabá, para crear dos cooperativas de seguridad, conocidas como Convivir, y se disparó la violencia contra los campesinos. 

Un ganadero que lideró este proceso fue Huges Rodrígez Fuentes, más conocido como ‘Comandante Barbie’, dentro de la estructura paramilitar. Rodríguez era dueño de varias fincas que colindan con El Platanal desde las que se planearon varias masacres.

En medio de la violencia, el Estado le entregó a la minera estadounidense Drummond un contrato para explorar y explotar la enorme mina de El Descanso, en esta zona. La empresa había llegado desde mediados de los ochenta, como parte de una política gubernamental que buscaba, desde mediados de los setenta, atraer grandes carboneras para los yacimientos de Cesar y La Guajira.

Mientras la empresa comenzaba a explotar la mina de El Descanso, la violencia seguía. Los paramilitares crearon el Frente Juan Andrés Álvarez con el que perpetraron varias masacres en la zona. Para 2003, la mayoría de familias del predio se habían desplazado.

En 2004 el entonces presidente Álvaro Uribe nombró como director del Instituto Colombiano de Desarrollo Rural (Incoder) a Rodolfo Campo Soto. Esta institución había sido creada por el mismo Uribe un año antes, luego de eliminar el Incora y comprimir drásticamente su funciones en la nueva entidad. Varios documentos de propiedad de los parceleros del predio se perdieron, luego de que  el nuevo director, dueño de varias fincas vecinas a El Platanal, ordenó el traslado de los archivos de Valledupar a Santa Marta.

En medio de la pobreza y el miedo, la mayoría de los campesinos de la zona vendieron sus predios a bajos precios a negociantes de tierras que luego los revendieron por cifras superiores a la minera Drummond. Este hecho quedó registrado en una carta que un parcelero le envió a la empresa, advirtiéndole que no comprara las fincas que habían sido vendidas, prácticamente a la fuerza.

Con la aprobación de la Ley 1448 o Ley de Víctimas y Restitución de Tierras, los campesinos comenzaron el trámite para reclamar sus predios. Hasta el momento siguen esperando que les devuelvan sus propiedades, pero en el terreno, el regreso a sus fincas es prácticamente imposible, por el enorme impacto de la explotación minera, que convirtió la zona en un botadero de desechos.

 

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